EL GRAN BURDEL DE LA EUROPA MEDIEVAL , in Facebook, Mural “El Ruedo Ibérico – Historia y Cultura de España”

La ciudad de Valencia llegó a ser la segunda población con más habitantes de la península, unos 75.000 habitantes, sólo superada por la ciudad nazarí de Granada, por lo que este siglo XV es conocido como el Siglo de Oro valenciano. La convivencia de las diferentes culturas, el carácter comercial y abierto de la ciudad, la explosión cultural y humanista de su cultura… hicieron de Valencia una de las ciudades más permisivas de Europa.

De entre todos los barrios de la ciudad del Turia destacaba uno al que se podía acudir por las indicaciones de unas gárgolas en la fachada del edificio de la Lonja. En este bello edificio hay dos esculturas en las que una mujer se toca lujuriosamente los senos y un hombre se masturba señalando hacia las calles donde se ejercía la prostitución. Entre 1325 y 1671 Valencia tuvo todo un barrio dedicado por y para el negocio de la prostitución, una especie de Barrio Rojo en plena Baja Edad media, donde no sólo se podían encontrar todo tipo de prostíbulos, sino también tabernas, hostales, tiendas… todo ello para atender a los cientos de visitantes que acudían a la ciudad del Turia atraídos por el reclamo de esta auténtica Babilonia medieval. Su ubicación estaba en el actual barrio del Carmen, «la Pobla de les dones pecaminoses» por aquel entonces fuera de las murallas. Y es que bajo el gobierno de Jaime II el Justo, se decidió concentrar la prostitución de la ciudad en un solo punto para así aliviar las calles de su presencia.

En este barrio compuesto por cuatro calles se afincaba el mayor complejo de prostitución de Europa. A mediados del siglo XVI hay constancia de 15 hostales y 98 mujeres dedicadas a este oficio. Pero en el siglo XV alcanzaba las 150, ya que tenía mucho renombre. Tal era la fama de las prostitutas valencianas que cobraban el doble que las que ejercían este oficio en otras ciudades. Las meretrices más solicitadas ganaban auténticas fortunas, luciendo sedas y joyas que hacían despertar las envidias de las más distinguidas damas de la sociedad valenciana.

Destaca la estructura organizativa, la calidad y el control médico al que se sometía a las meretrices. Se obligó por ley que un médico oficial hiciese revisión médica a todas las mujeres periódicamente. Las autoridades aceptaban la actividad porque tenía utilidad pública al controlar los impulsos de los jóvenes y evitar la deshonra de las “mujeres decentes”.

En 1345, por petición de una ciudadana, la Soriana, se aprobó la creación de un albergue con la finalidad de acoger a aquellas mujeres que quieran abandonar el prostíbulo. Las autoridades de la ciudad levantaron una casa de titularidad pública dirigida por la Soriana, «on ella habit ab les fembres peccadrius que ella induex ab la ajuda de Deu, traure del peccat».

Las rameras cristianas solo podían atender a clientes cristianos, las musulmanas a musulmanes y las judías a judíos. Aunque hay denuncias en la que consta que no se respetaba esta norma.

Deixe um comentário

Este site utiliza o Akismet para reduzir spam. Fica a saber como são processados os dados dos comentários.