La condamnation, lundi 13 février, du géant américain de l’agroalimentaire Monsanto, poursuivi par un petit agriculteur charentais intoxiqué par un herbicide, est une première en France. A l’échelle de l’histoire de la multinationale, centenaire, cette condamnation ne constitue qu’une péripétie judiciaire de plus dans un casier déjà très chargé.
PCB, agent orange, dioxine, OGM, aspartame, hormones de croissance, herbicides (Lasso et Roundup)… nombre de produits qui ont fait la fortune de Monsanto ont été entachés de scandales sanitaires et de procès conduisant parfois à leur interdiction. Mais rien n’a jusqu’ici freiné l’irrésistible ascension de cet ancien géant de la chimie reconverti dans la biogénétique et passé maître dans l’art du lobbying. Portrait d’une multinationale multirécidiviste.
Un géant de la chimie… explosif
Depuis sa création en 1901 à Saint-Louis, le petit producteur de saccharine devenu un des principaux semenciers de…
Sento num Café. Sozinho. Preciso pensar. Peço um com-leite. A garçonete é competente. Rápido me traz o que pedi. Divago. A vida está quieta. Um anúncio esotérico sem telefone de contato. Um jornal velho sem data de impressão.
Algum tempo se passa sem que eu toque no café. Ouço os burburinhos. Há um casal à minha direita. Também não toca no café. Ele gesticula tímido, agasalha a mão dela, dizendo palavras que não posso decifrar. Tem o olhar angustiado. Ela está triste; sombria. Nota-se que ele deseja esperançá-la com novos argumentos. Ela se incomoda; meneia a cabeça; se irrita. Crê que não a entende; que não a escuta. Ele a vê. Sabe que é inútil prosseguir. É agora uma boca sem rosto no meio de um Café.
Olha para ela: o olhar em funda agonia. De repente deixa que seus lábios coroem a sua mão. Infinitamente. A ternura lhe invade o olhar. Vê-se que a ama. Diz: “Tudo ficará bem”. Ela então o olha pela primeira vez. Dá em paga da ternura outra ternura. Depois, dorme o rosto em sua mão. Não há mais nada a dizer. Mais nada a pedir. Só o meu café permanece intacto.
O Brasil é o 14º país do mundo em número de famílias multimilionárias, que tem mais de US$ 100 milhões em riqueza privada, segundo estudo da Boston Consulting Group, divulgado na quinta-feira (30/05). Há 236 famílias no país nestas condições.
A maior quantidade de famílias com este montante de riqueza está nos Estados Unidos (3.016), seguido do Reino Unido (1.001) e da China (851).
A pesquisa leva em conta a riqueza privada das famílias, que inclui dinheiro, depósitos e investimentos, excluindo empresas, casas ou outros bens.
O número de famílias milionárias, com mais de US$ 1 milhão, alcançou 13,8 milhões em todo o mundo, representando 0,9% das famílias. O maior número, também entre as famílias milionárias, está nos Estados Unidos, onde há 5,9 milhões de famílias milionárias. Na sequencia ficam o Japão e a China.
Já em proporção de milionários em relação ao número de habitantes, o Qatar é o…
Enjoy a dreamworld populated with magical jellyfish from Dungeonesse in their video for Nightlight, a no frills live performance from Young Aviators and their anthemic Forward Thinking and lastly watch everything go wrong for an inappropriate Mickey Mouse in the Naive New Beaters film for the rocking Shit Happens..
Una a una se concatenaban las críticas del cura Berríos. No se apilaban como frases dichas al azar que le venían a sus respuestas como vienen las ocurrencias
de un no se qué lugar mental. Tampoco se trataba de ideas sueltas, lanzadas, ‘disparadas’ a la bandada como dijo el obispo de San Bernardo (qué peor metáfora pudo elegir ese vicario Opus Dei), menos como parte de un juego metodológico de pensar a viva voz como quien piensa en medio de una lluvia de ideas. No. No se trató de eso. Se trató de una genuina reflexión crítica, de ideas tejidas al hilo de la experiencia en el barro, en la población, en la calle, concatenadas en el duro hierro de las cadenas con las que la pobreza amarra día a día a miles de familias chilenas.
Las críticas del cura Berríos son, en efecto, fruto de un largo pensamiento y una profunda meditación respecto al destino actual de nuestra sociedad. Y fue una crítica de clases para las clases, en particular para las élites. Tal vez eso pudo escandalizar, que se hablara de clases y se les apuntara con el dedo a las élites, que de un tiempo a esta parte, por su particular fundamentalismo religioso, están todas en ‘camino a la santidad’, sus hijos e hijas son todos unos ‘ángeles’, y en cada familia hay una o dos vocaciones a la vida religiosa que, endogámica, no hace sino reduplicar el círculo ‘virtuoso’ de la ‘santidad’.
¿De cuándo acá escandalizarse porque los jesuitas les hablan críticamente a las élites y al poder? ¿Qué no están para eso, para formarlos, educarlos y enseñarles a servir a la sociedad? El punto, ya histórico y sociológico, es que hace tiempo las élites eligieron para formarse, educarse y servir a la sociedad el mensaje cómodo, de bergere, que les ofrecen los Opus Dei y los Legionarios de Cristo; los de Schoenstatt y ahora los Sodalicios; un mensaje mucho más centrado en la lógica del individualismo rampante y consumista que crítica Berríos, que en la lógica del servicio y la justicia social que profetiza con su misión en el Congo, Ruanda o Burundi. Por eso causó tanto impacto, porque la fuerza del mensaje de un cura con overol contrasta y es mucho más evidente que el oro y la plata, que el crítico obispo chileno del Opus, posa en su cruz pectoral o en su anillo señorial.
Es así como se deben de leer las críticas que vienen de los obispos de Schoenstatt (Manuel Camilo Vial) o del Opus (Juan Ignacio González): primero, como las de quienes pretenden fidelizar a sus huestes laicas y religiosas en su afán educativo-pedagógico; segundo, como la estrategia comunicacional de trivializar a quienes con su crítica pueden entronizar dudas o dividir el tan cómodo, rentable y lucrativo catolicismo de la élite chilena; y tercero, como una nueva defensa de la élite en su totalidad contra la calle, que con su racionalidad de equidad, igualdad y justicia social, corroe el ejercicio consumista de la clase alta, y deja al desnudo su particular ideología de clase dominante sobre lo social y lo político, es decir, sobre su ejercicio ‘caritativo’, ‘santo’ y ‘católico’, ese que va desde las donaciones ‘caritativas’ a las Universidades, hasta el ‘bien’ hecho, un viernes al mes, dando pan y porotos a —¿cómo les dicen?— ‘personas en situación de calle’, el rostro de Cristo en los más pobres.
Es lo que indignó a este verdadero “cura de la calle”, el cura Berríos: esa ‘pobre niña rica’ que había aprendido en su escuela y por su formación a quejarse, con tono existencial y hasta las lágrimas, por un Dios que permite la pobreza, mientras no reflexionaba —no era capaz de hacerlo— que ella y sus padres acumulaban, ‘acaparaban’, en sus refrigeradores el 90 % de la torta de las riquezas. La queja por ese modelo educativo y de formación de élites, es evidente.
El ‘pobre niño rico’ va a la escuela. Los que serán formados con el núcleo duro del mensaje ‘opusdeista’ y ‘legionarista’ van al Colegio Los Andes, al Colegio Cordillera, al Colegio Everest, al Colegio Tabancura, al Colegio Cumbres, al Colegio Highlands. Los otros ‘pobres niños ricos’ nacidos en familias más ‘liberales’ irán a otros ‘colegios que marcan’, denominación de origen dada por El Mercurio a todos esos colegios en los que la élite chilena inscribe a sus hijos: los Grange, los Saint George, los Santiago College, los Verbo Divino, los Colegio Alemán. En cada uno de ellos, para asegurar aún más el cierre social, pagarán cuotas de incorporación que sin ningún problema pueden superar los 3 millones de pesos; matrículas incluso por sobre los 300 mil pesos, y mensualidades también por sobre ese precio. Todo esto en nombre de la libertad de enseñanza, los derechos a una educación de calidad, y no sé que otra justificación espuria que oculta el verdadero sentido de estas verdaderas ‘madrazas talibanas’ del neoliberalismo de élite y del conservadurismo de élite chileno.
El ‘pobre niño rico’ más que valores, aprende virtudes, hábitos con los cuales ordenar su vida y que le aseguran —ahí está la cuestión— que la vida efectivamente tiene un orden, la ley natural, que debe cumplir en el nombre de Dios. Son virtudes que le permitirán hacer frente a este mundo que sólo le ofrece distracciones en su camino a la santidad, un mundo lleno de erotismo, condones y pastillas anticonceptivas, un mundo que consume violencia y odio contra la excelencia y el trabajo bien hecho, un mundo sin templanza ni disciplina, en el que los valores de la familia se han perdido.
En el Reglamento del Colegio Cordillera se afirma que la disciplina es “la virtud que facilita el dominio de sí mismo para ajustar la propia conducta a las exigencias del trabajo y de la convivencia de la vida escolar”. Y sigue: “en consecuencia, es posible decir que en un colegio normalmente ‘no existen problemas de disciplina’ sino que hay algunos alumnos con problemas…”. Sólo en apariencia y sólo una mirada ingenua lee aquí ‘autonomía’, pues lo que verdaderamente hay es que la mente y la conducta, la inteligencia y el comportamiento, se debe ‘ajustar’ a un dominio ya establecido, indiscutible y hasta eterno, un orden natural preestablecido que se aprende sin discutirlo, y que por si alguna razón un joven no se ‘adecua’ y ‘ordena’ a él será tratado individualmente para que lo entienda. Eso no es disciplina, es formación de hábitos, virtudes, habitus como gustaba decir Bourdieu.
Sin embargo, esos hábitos que aprende no son los únicos. Hay uno que es fundamental y fue al que apuntó el cura de la calle, el cura Berríos: el ‘pobre niño rico’ aprende desde la infancia a ‘no soltar la teta’. Fue en octubre del año 2005, cuando se produjo el escándalo, tanto como éste y del cual se habló ampliamente a propósito de una memorable entrevista de la periodista Claudia Álamo en La Tercera a Felipe Lamarca, quien dijo sin tapujos que “Chile no va a cambiar mientras la élites no suelten la teta. Y creo que va a ser muy difícil que las élites políticas y económicas se decidan a soltarla”. Las élites no sueltan y no soltarán la teta y eso lo aprende desde que es un ‘pobre niño rico’, es su principal habitus —¡qué descubrimiento!— no soltar la teta.
De todo esto hay evidencias, por cierto. La extraordinaria socióloga María Angélica Thumala publicó hace años (2007, Debate) una potente investigación en el libro “Riqueza y Piedad. El catolicismo de la élite económica chilena”, y hace muy poco (2013, UDP) viene de publicar “El error de Milton Friedman. Justificaciones religiosas y morales de la empresa en Chile”, capítulo aparecido en el libro “Adaptación. La empresa chilena después de Friedman”. La gran conclusión a la que podemos llegar leyendo ambas investigaciones es más o menos la misma ¿por qué la élite chilena se ‘opusdeizó’ y ‘legionarizó’? Dicho a lo Lamarca, porque le ‘tocaron la teta’, porque desde los 60 la Iglesia construyó un argumento que cuestionó, desde las condiciones estructurales de la pobreza en Chile, el habitus individualista y acaparador de las élites, siendo la Reforma Agraria el momento en el que su identidad católica se fracturó con el poder eclesiástico: “La Iglesia dejó de ser el refugio espiritual y moral conocido por la élite y se transformó en una entidad crítica, politizada y amenazante”; no obstante, es lo que queremos decir, en los 80 la élite chilena encuentra refugio a su identidad fracturada, pues “en esa década se consolidó la popularidad de movimientos religiosos como el Opus Dei y Los Legionarios de Cristo, que restablecieron la vitalidad de la relación con la Iglesia y legitimaron las opciones de vida cuestionadas durante los años 60”.
Y hoy se está produciendo en la élite empresarial chilena lo que Thumala llama ‘el error de Milton Fierdman’, pues mientras el economista pensaba que una empresa no debe contaminarse con justificaciones extraeconómicas, lo que encontramos en Chile es el caso de que son precisamente las justificaciones ético-religiosas conservadoras las que alimentan el éxito empresarial: “Según esta narrativa, la economía de libre mercado es la que mejor desarrolla los talentos individuales y la humanidad plena, pues la propiedad privada, la libertad para innovar y el trabajo por incentivos promueven la creatividad[…] en suma, el logro emerge no sólo como una motivación legítima, sino como una obligación moral”. El error del viejo Friedman consistió en no considerar la variable weberiana del ethos religioso como acicate del individualismo, la ganancia y el lucro empresarial, es decir, como motores del libre mercado y del crecimiento económico.
Una pequeña y última evidencia de dos trabajos. La extraordinaria tesis presentada en la Universidad de Chile por la socióloga Elisa Giesen Flaskamp titulada “Sobre la elite chilena y sus prácticas de cierre social”, y el capítulo escrito por el sociólogo Omar Aguilar Dinero “Educación y moral: el cierre social de la elite tradicional chilena”, publicado en el libro “Notables, tecnócratas y mandarines”. Elementos de sociología de las elites en Chile (2011, UDP). Usando más o menos la misma base empírica, ambos sociólogos indagan en la auto comprensión que la elite tiene de sí misma y advierten –no sin cierta ingenuidad optimista- la posibilidad de permear su cierre moral conservador tradicional individualista por la vía del compromiso social, pero Aguilar es también cauto –y un tanto cínico- al concluir su capítulo con una respuesta de un entrevistado de la elite: “La clase a la que yo pertenezco, la clase privilegiada tradicional, aristocrática[…], va a haber siempre esa clase y en todos los países[…] y es imposible ir contra ello, porque es parte de la naturaleza humana”. Cito lo de Aguilar pues es importante, debemos entender que las expresiones y el ejemplo del cura Berríos son amenazantes también por ello, porque el jesuitismo tiene mucho más para mostrar en términos de trabajo social, compromiso social y pies en el barro que el ‘opusdeismo’ o ‘legionarismo’ individualizante.
En fin. Un gran suspiro y que quede claro, se es ‘pobre niño rico’ hasta la muerte o ‘la teta no se suelta’ porque Dios no lo quiere, así lo aprenden en sus escuelas, así lo desarrollan en sus empresas. En ese escenario, ya debiésemos empezar a preguntarnos qué son esas escuelas y colegios de elite, para qué están y cómo hemos llegado a ello. Las tres preguntas que pido prestado a Hannah Arendt a propósito del totalitarismo.
David Rockefeller en una cena con embajadores de la ONU: “Estamos al borde de una transformaciónglobal. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial”.
El magno objetivo de estas sagas de banqueros internacionales lo enunció perfectamente uno de sus máximos exponentes, David Rockefeller: “De lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional, que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de una elite de técnicos y de financieros mundiales”.
David Rockefeller fue el conspirador mundial por excelencia, el Rey de los cenáculos ocultos. A sus órdenes trabajaron los agentes secretos de la CIA, el MI6, el MOSSAD y especialmente la INTERPOL, que es obra suya.
Ningún medio de comunicación masivo se atrevería jamás a desvelar los planes secretos de Rockefeller y sus amigos. Siempre guardaron un sospechoso silencio en torno a las secretas actividades de las dinastías de banqueros norteamericanos: los Morgan, los Davison, los Harriman, los Khun Loeb, los Lazard, los Schiff o los Warburg y, por supuesto, los Rockefeller.
En 1991, en referencia al informe del Centro para el Desarrollo Mundial, David Rockefeller confesó: “estamos agradecidos con el Washington Post, el New York Times, la revista Time, y otras grandes publicaciones cuyos directores han acudido a nuestras reuniones y han respetado sus promesas de discresión (silencio) durante casi 40 años. Hubiera sido imposible para nosotros haber desarrollado nuestro plan para el mundo si hubieramos sido objeto de publicidad durante todos estos años”.
El excéntrico y supuestamente filantrópico David Rockefeller, que tiene ya casi un siglo de vida, es sin duda el personaje más trepidante y controvertido de esta casta de usureros a la que nos referimos. Muy pronto, cuando los diarios anuncien su fallecimiento, tendremos ocasión de conocer su insólita biografía. Descubriremos datos que nos apabullarán.
El fundador de la dinastía Rockefeller fue el abuelo de David, de nombre John Davison Rockefeller, descendiente de judíos alemanes llegados a EEUU en 1733. Junto con la saga de los Morgan y el grupo bancario Warburg-Lehman-Kuhn&Loeb, constituyó el triunvirato plutocrático del llamado Eastern Establishment. Su imperio económico se gestó durante los años de la Guerra de Secesión (1861-1865) que enfrentó a los terratenientes esclavistas del sur con los comerciantes e industriales del norte y que se saldó con 600.000 muertos.
Los grandes triunfadores de aquella guerra fueron cuatro familias oligárquicas, los Vanderbilt, los Carnegie, los Morgan y los Rockefeller, que se beneficiaron del conflicto como proveedores de bienes y servicios y acrecentaron su imperio económico después con la concentración monopolista que sucedió a la contienda, llegando a controlar en 1880 el 95% de la producción petrolera norteamericana. La fortuna de los Vanderbilt se diluyó con el tiempo, la de los Carnegie fue en parte succionada por los Morgan, y la de los Rockefeller se dispersó entre los muchos y mal avenidos descendientes del viejo John Davison, petrolero y banquero, fundador de la Standard Oil y del Chase National Bank, luego denominado Chase Manhattan Bank, cuya emblemática sede en Nueva York fue el primer edificio construido en Wall Street. El Chase se convirtió en un pilar central en el sistema financiero mundial, siendo el Banco principal de las Naciones Unidas, y llegó a tener 50.000 sucursales repartidas por todo el mundo. Los presidentes del Banco Mundial John J. McCloy, Eugene Black y George Woods trabajaron en el Chase anteriormente. Otro presidente, James D. Wolfensohn, también fue director de la Fundación Rockefeller.
David Rockefeller, el más famoso de la saga, es nieto del mítico John Davison Rockefeller e hijo de John D. Rockefeller junior, que se casó con la hija de Nelson Aldrich, líder de la mayoría republicana en el Senado y al que se le conoció como “gerente de la nación”. La madre de David era una enamorada de la pintura y por iniciativa suya se construyó el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York, ubicado en la mansión en la que nació David y sus hermanos.
David, el menor de seis hermanos, todos ya fallecidos, tuvo también seis hijos y diez nietos que, junto a los hijos y nietos de sus hermanos, forman el actual clan Rockefeller.
David Rockefeller, banquero y petrolero como su padre y su abuelo, trabajó en los servicios secretos durante la II Guerra Mundial y abrió el camino para la creación de la ONU en 1945, cuya sede principal se encuentra en un terreno donado por él en Nueva York. Se codeó con los principales mandatarios del siglo XX. Dirigió los lobbys más poderosos del mundo, como el CFR, el Club de Bilderberg y la Comisión Trilateral.
Como buenos banqueros sin escrúpulos, los Rockefeller apoyaron y financiaron a los nazis alemanes. Incluso se permitieron reescribir la historia. La Fundación Rockefeller invirtió 139.000 dólares en 1946 para ofrecer una versión oficial de la II Guerra Mundial que ocultaba la realidad acerca del patrocinio de los banqueros internacionales con el régimen nazi, que también obtuvo los favores de su empresa más emblemática: la Standard Oil. Las iniciativas de esta Fundación, que también ha financiado grupos como los Hare Krishna o los rosacruces de AMORC, son a veces sorprendentes.
David es hermano del que fuera Senador, Gobernador de Nueva York y vicepresidente de EEUU (con Gerald Ford, tras la dimisión de Nixon) Nelson Rockefeller, que heredó de su abuelo materno la vocación política.
En 1962 Nelson declaró: “los temas de actualidad exigen a gritos un Nuevo Orden Mundial, porque el antiguo se derrumba, y un nuevo orden libre lucha por emerger a la luz… Antes de que podamos darnos cuenta, se habrán establecido las bases de la estructura federal para un mundo libre”.
David Rockefeller, al que el presidente Carter le ofreció dirigir la Reserva Federal (declinó a favor de su amigo Volcker), se rodeó de lugartenientes tan poderosos como Henry Kissinger, Zbigniew Brzezinski, Lord Carrington y Etienne Davignon, que también merecen ser citados aquí.
Abraham ben Elazar, más conocido como Henry Kissinger, es considerado como uno de los cerebros del Nuevo Orden Mundial. De origen judío-alemán, empezó como asesor de Nelson Rockefeller en los años 50, ostentó altas responsabilidades en la Administración en los años 60 y 70, con Kennedy, Jhonson, Nixon y Ford. Llegó a ser Vicepresidente de los Estados Unidos con Ford, secretario personal de Nixon, Jefe del Consejo Nacional de Seguridad y del Departamento de Estado, y Ministro de Asuntos Exteriores en repetidas ocasiones.
Colaboró estrechamente con David Rockefeller en el elitista Consejo de Relaciones Exteriores, del que fue presidente. Del CFR han salido desde entonces todos los presidentes de los Estados Unidos excepto Ronald Regan, cuyo equipo estuvo formado mayoritariamente por miembros del CFR. También pertenece a la Comisión Trilateral, el Club de Bilderberg y otras organizaciones de la órbita Rockefeller. Su compañía de consulting Kissinger Associates, tiene como clientes a Estados deudores y a multinacionales acreedoras.
El polaco Zbigniew Brzezinski, casado con una sobrina del que fuera Presidente de la República Checoslovaca Eduard Benes, fue reclutado por Rockefeller en 1971. Llegó a ser Consejero de Seguridad Nacional del gobierno de los Estados Unidos durante la Administración Carter, pero ya con anterioridad había sido nombrado director de la Comisión Trilateral, a la que él mismo definió como “el conjunto de potencias financieras e intelectuales mayor que el mundo haya conocido nunca”.
Afirma que: “la sociedad será dominada por una elite de personas libres de valores tradicionales que no dudarán en realizar sus objetivos mediante técnicas depuradas con las que influirán en el comportamiento del pueblo y controlarán con todo detalle a la sociedad, hasta el punto que llegará a ser posible ejercer una vigilancia casi permanente sobre cada uno de los ciudadanos del planeta”. En otro momento dijo: “esta elite buscará todos los medios para lograr sus fines políticos tales como las nuevas técnicas para influenciar el comportamiento de las masas, así como para lograr el control y la sumisión de la sociedad”. Ni siquiera George Orwell, autor de la terrorífica novela “1984”, lo hubiera expresado mejor.
En una entrevista publicada por el New York Times el 1 de agosto de 1976, Brzezinski afirmaba que “en nuestros días, el Estado-nación ha dejado de jugar su papel”. En cierta ocasión pronosticó “el ocaso de las ideologías y de las creencias religiosas tradicionales”.
Brzezinski es especialista en métodos de control social, sus ensayos publicados dibujan un horizonte orwelliano en el que el Gran Hermano vigila y controla permanentemente a cada individuo. Predijo la existencia de gigantes bases de datos donde se almacenan ingentes cantidades de información sobre cada ciudadano (como la que tienen los servicios de inteligencia españoles en El Escorial, Madrid), la instalación masiva de cámaras de vigilancia en las calles y edificios (que ya es un hecho en todas las ciudades del mundo), la generalización de satélites espía de increíble precisión (como los que usan las tropas de EEUU desde la Guerra del Golfo) y la puesta en funcionamiento de documentos de identidad electrónicos (como lo son los modernos pasaportes y carnés de identidad, que contienen un microchip con abundante información del propietario).
La fascinación de Brzezinski por la tecnología aplicada al control social encaja perfectamente con los planes de la elite plutocrática, que ya ha desarrollado nuevos y espeluznantes artilugios, como el microchip subcutáneo con localizador que pretenden hacer obligatorio para toda la población mundial y que sustituiría, unificándolos, a los actuales carnés de identidad, pasaportes, tarjetas de crédito, carnés de conducir, tarjetas de la Seguridad Social, etc., posibilitando la desaparición del dinero físico.
Otro invento terrible que ya nos tiene preparado la elite ha sido diseñado por la compañía estadounidense Nielsen Media Research en colaboración con el Centro de Investigación David Sarnoff (organismo controlado por el CFR y la Sociedad Pilgrims). Se trata de un dispositivo que, una vez instalado en el televisor, permite observar e identificar desde una estación de seguimiento a los espectadores sentados frente a la pequeña pantalla. Este dispositivo evoca “el ojo que todo lo ve”, el Horus egipcio que aparece en los billetes de dólar. El “ojo que todo lo ve” no es sólo un recurso literario en la novela de Orwell 1984. Ya existen millones de cámaras instaladas en carreteras, calles, empresas y locales públicos, y millones de webcam en hogares de todo el mundo. Sin contar con los modernos sistemas operativos del monopolio Microsoft, como el Windows Media, que rastrea sin cesar todos nuestros movimientos a través de la red y permite leer nuestros correos privados de Outlook, el estado de nuestras cuentas corrientes cuando accedemos a la web de nuestro Banco, las palabras clave que utilizamos en los buscadores como Google y el contenido de las páginas que visitamos en Internet.
Lord Carrington, cuyo verdadero nombre es Peter Rupert, fue ministro británico en sucesivos gobiernos, miembro destacado del RIIA (el equivalente al CFR en Gran Bretaña) y de la Sociedad Fabiana, Secretario general de la OTAN, directivo del Barclays Bank y del Hambros Bank y, a partir de 1989, presidente del siniestro Club de Bilderberg.
El cuarto lugarteniente Rockefeller y Secretario General del Club de Bilderberg es el vizconde Etienne Davignon. Su currículum lo dice todo: presidente y fundador de la European Round Table (Mesa Redonda de Industriales, lobby de las multinacionales europeas), ex vicepresidente de la Comisión Europea, miembro de la Trilateral y del Center for European Policy Studies, ministro belga de Exteriores, presidente de la Asociación para la Unión Monetaria en Europa, primer presidente de la Agencia Internacional de Energía, presidente de la Société Générale de Belgique, presidente de Airholding, vicepresidente de Suez-Tractebel, administrador de Kissinger Associates, Fortis, Accor, Fiat, BASF, Solvay, Gilead, Anglo-american Mining, entre otras corporaciones.
Extracto del libro GOBIERNO MUNDIAL, de Esteban Cabal.