El orden natural de las cosas | ARTURO PÉREZ-REVERTE | in ZENDA LIBROS

En el restaurante Martinho de Arcada, mi casa de comidas habitual en Lisboa (allí donde el espía Lorenzo Falcó cena con la vedette Rita Moura tras cargarse a un agente republicano en Alfama), comento con Nuno y Paulo, camareros y amigos desde hace mucho, las cosas que pasan en Portugal, en España y en el mundo. El veterano Nuno, que es pequeño, rubio y simpático, trae un vino del Alentejo estupendo y barato, que yo no conocía, y mientras me lo hace probar cuenta que el alcalde de Oporto acaba de proponer unir a Portugal y España en un solo espacio político. ¿Te imaginas?, dice. Y le digo que sí, que lo imagino. Es la vieja idea de la Unión Ibérica de Garret, Saramago, Maragall y Unamuno, que resucita de vez en cuando, o tal vez nunca muere. Sesenta millones de personas y dos economías coordinadas. Lo que seríamos juntos. Un sueño maravilloso e imposible.

Algo más tarde, mientras paseo por la Baixa esquivando turistas anglosajones y japoneses, sigo dándole vueltas, pues me acuerdo de España y Portugal juntos como parte da orden natural das coisasque decía Teófilo Braga, o del somos hispanos, e devemos chamar hispanos a quantos habitamos a Península hispânica de Almeida Garret. Y, bueno. Es difícil no hacerlo, cuando pienso en el poco peso de Portugal y España en las decisiones que se toman en Bruselas, donde los españoles somos con harta frecuencia el hazmerreír de Europa; en el detalle de que los dos idiomas tengan una similitud léxica del 89%; en que la economía de los países que hablan español y portugués represente un 14% del PIB mundial, y en el hecho encuestado de que casi la mitad de los españoles y más de la mitad de los portugueses verían con buenos ojos una unión ibérica de tipo confederal: una asociación coordinada y fuerte, como el Benelux con que Bélgica, Holanda y Luxemburgo fundaron lo que luego sería Comunidad Económica Europea.

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